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Dragones gigantes



Toda su vida la cama le quedó grande, enorme, le sobraba colchón más allá de los pies, podía hacer carpas de circo con las sábanas y montar espectáculos con la cantidad de osos que necesitaba para rellenar los huecos por los que se colaban el frío y las ganas.
Hecha un ovillo, con el cabello revuelto tapándole los oídos y las mejillas coloradas, dejaba al acolchado taparle la cabeza y aferrarse a su coronilla todas y cada una de las noches cuando se acostaba luego de apagar la luz. Se escondía del afuera oscuro y vacío, del nadie a su lado, de las siluetas imaginarias que bailaban en la penumbra nublada de sus ojos confundidos, de sus manos heladas, de su pequeña alma temblorosa. Escondía la carita apenas sonrosada en la almohada y se dormía enseguida, con la ilusión vacía y las pestañas húmedas.
Mas una noche se despertó de repente. Tardó una eternidad en acomodarse el camisón que le quedaba corto y se le enrollaba en la cintura, en rascarse los ojos hasta arrancarse una pestaña, en verse las manos en la oscuridad y en descorrerse el cabello de la cara y las sábanas de la cabeza. Dio una bocanada de aire frío, de noche de invierno, y se dio cuenta de que estaba en el borde de la cama; una nalga flotando, el cabello cayendo de su balcón en la torre, los pies al borde del abismo. Y cuando quiso volver a su huequito en el colchón, se chocó la nariz contra un muro enorme y blandito que, temblando de miedo, recorrió con sus ojos de caramelo derretido. Desde muy cerca se dio cuenta de que iba subiendo por el respirar de un pecho, el tragar de una garganta, el entrabierto de una boca y el mirar impaciente de un par de ojos que brillaba en la oscuridad. Se quedó sin aire y se le derrumbó el mundo cuando cayó en la cuenta de que tenía un gigante en la cama que la veía desde arriba y la hacía sentirse cada vez más chiquitita.
Bajo el revoltijo de frazadas deshilachadas su gigante doblaba las piernas y aun así tocaba el borde del colchón con los pies, la cabeza le hacía cosquillas a los dibujitos en el cabecero, tenía los brazos cruzados y estaba sumergido en su mar de sábanas sin que ella lo hubiese invitado, sin que supiese  cómo había pasado. Y así de inesperado fue también el tirón que la sumergió desde la cintura desnuda y la dejó aplastando la nariz contra todo ese pecho, y era tanta la fuerza que no pudo alejarse, por lo que se acurrucó ahí, compartiendo su huequito en el colchón, dejándose tragar por las sábanas, sumida en el sofoco que le provocaba tanto calor, tanto cuerpo de repente después de todas esas lunas de frío. Cerró los ojos, consciente de que ya no había cama que le sobrase.

Comentarios

Unknown ha dicho que…
Muy bueno :) te invito a mi blog, espero que andes bien, besos!

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Blur

  So I was walking that night, talking to myself. The air was thick around me I could almost touch it, the street was slippery wet, and there was nothing behind nor ahead of me and my whispering voice.   And suddenly, in the blink of an eye, mine stopped seeing clearly. I could not see the cracks underneath my feet and the lights floating above my head turned into big fluffy shiny clouds with no end. In fact, every thing I'd laid my eyes on had no end, no edge. The things in front of me just merged one into another, and I wasn't even capable of tell colors apart, because of the darkness falling all over me, because of the dim of the streetlights.   But I just kept walking. And talking to myself. And even thinking out loud that maybe it wasn't me the one with the problem, that there was nothing wrong with my eyes.   Maybe, and just maybe, it was the world around me that turned blurred, that lost all its boundaries, its edges. Maybe it was the universe itself...

Escuchaba

  Estaba ahí, inmóvil. Había pasado, como sin querer, arrastrándose del fulgor a las sombras mientras apagaba una a una las luces que encendían la casa para ella. Iba por los pasillos, los pies descalzos, fríos, el camisón casi transparente flotando al rededor de sus piernas pálidas, las páginas amarillas de su libro favorito apretadas con firmeza contra su pecho, la compañía perfecta para echarse a dormir sola. Hasta que los cuchicheos, las risitas ahogadas y los susurros en orejas ajenas llegaron hasta ella, hasta el centro de su cabecita soñadora adormilada, casi ausente, y no pudo evitar más que quedarse ahí, inmóvil. Las luces ciegas a su alrededor, la penumbra reptando por entre los deditos de sus pies, acariciándole las piernas, tironeando del camisón. Sus manitos temblando apenas, sudando, el libro que sujetaban resbalando de a poquito. Por un momento, como si supieran que estaba ahí, todo se volvió silencio aplastante, vacío inalcanzable, quietud, y ella mordió...

Wrong

  She sleeps like nothing's wrong in the world. As if nothing's wrong with her, as if nothing's wrong with me.   Her head on my chest, against  my beating heart, her arms around me, her fingers intertwined with mine; her eyes softly closed, her lips slightly open, a little blooming smile on her cheeks. The bed is all warm and there's darkness floating all around us.   She sleeps like nothing's wrong, but there are people walking homeless, hopeless, endlessly right there on the street outside our door. There is war surrounding us. There are children dying of thirst. There is me with her. And I don't love her anymore.