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Mostrando entradas de julio, 2013

Dragones gigantes

Toda su vida la cama le quedó grande, enorme, le sobraba colchón más allá de los pies, podía hacer carpas de circo con las sábanas y montar espectáculos con la cantidad de osos que necesitaba para rellenar los huecos por los que se colaban el frío y las ganas. Hecha un ovillo, con el cabello revuelto tapándole los oídos y las mejillas coloradas, dejaba al acolchado taparle la cabeza y aferrarse a su coronilla todas y cada una de las noches cuando se acostaba luego de apagar la luz. Se escondía del afuera oscuro y vacío, del nadie a su lado, de las siluetas imaginarias que bailaban en la penumbra nublada de sus ojos confundidos, de sus manos heladas, de su pequeña alma temblorosa. Escondía la carita apenas sonrosada en la almohada y se dormía enseguida, con la ilusión vacía y las pestañas húmedas. Mas una noche se despertó de repente. Tardó una eternidad en acomodarse el camisón que le quedaba corto y se le enrollaba en la cintura, en rascarse los ojos hasta arrancarse una pest

Pepiniere I

PEPINIERE I EL BAÚL ROJO Victoria apagó las luces y pasó el candado. Cerrado por hoy. Sin embargo, adentro todavía brillaba un par de ojos. Estando en el baño el mundo se le oscureció y las puertas hicieron click en el silencio. El vacío que se apoderaba de todo y le tapaba los oídos era cada vez más grande y el vivero entero temblaba de frío con ella. Tragó en seco un par de veces antes de aventurarse al afuera detrás de la puerta a medio lijar; no se lavó las manos, se olvidó de qué lado dejó colgando el borde del papel higiénico, no podía verlo. Por las rendijas de la banderola torcida se colaba un silbido del viento que le contaba que estaba sola ahí. Atravesó la cocinita con las tacitas todas alineadas y pegadas contra la pared y unas contra otras, como con miedo. El grifo de la bacha brillaba apenas con la luz que entraba por la ventana y le daba una idea de dónde ponía los pies. Cuando llegó a la sala de la mueblería suspiró con alivio, todo era un poco más claro.

Not what you were

Obligatorio leer escuchando Passionflower Era todo oscuridad, ceguera y frío en esa esquina. Las piernas entrelazadas en ella misma, el vestido añejo desgarrándose de a poquito como tela de araña, las mejillas grises y las manos que no podía llegar a verse. El silencio aturdía sus oídos y el mundo temblaba con ella. De sed tenía seca la boca y la lengua muy guardada en el fondo del alma. Sus pestañas juntaban polvo que, cuando suspiraba, salía volando como dientes de león despedazados. Las perlas que guardaba en la boca le rechinaban como el techo que se encogía y se sacudía bajo las caricias violentas del viento y la respiración se le agitaba cada vez que la puerta amenazaba con abrirse. Moría, desfallecía en su rincón, en su oscuridad de espalda rota y ojos cerrados, mas no se creía capaz de arrastrarse hacia la luz, hacia el aire limpio, los espacios abiertos y la brisa frenética corriendo entre la ropa sucia y la piel ardiente. Con las rodillas arañadas, daba vueltas