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Mostrando entradas de marzo, 2012

Vamos a estar mejor

Estaba triste, tenía la cabeza vacía y los ojos llenos de lágrimas que de a poquito se iban llenando de telarañas. Los árboles de afuera le decían cosas que ya no quería escuchar, el río que corría un poco más allá la dejaba cada vez más lejos de ese calorcito entrañable. Su cama era el desierto donde se perdían sus lamentos; los soles pasaban tardíos, agotadores, afiebrados. Las noches eran grados bajo cero, cuencas vacías, mitades agujereadas, sed, hambre, dedos quebrados, cordones desatados. Y así se iba desgastando poquito a poco. Algún día habían bailado descalzos a la luz del queso gigante que veía en la luna. El rocío, el césped fresco, la tierra fértil entre los dedos. EL cabello al aire y los labios húmedos. Los ojos brillantes de sonrisas y las manos enredadas. El éxtasis de tenerse ahí, así. Y perdida en su fantasía quedaba colgando de la cama, envuelta en las cortinas de hojaldre, de cara al balcón roído, con la boquita abierta. El resto de la casa era un mar de