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Mostrando entradas de mayo, 2011

A la mitad del principio

Cuando una va en un colectivo al que le apagan las luces bajo el refusilar de la lluvia, generalmente en el asiento de al lado hay alguien que no tiene ganas de hablar, y ese lado de la ventanilla es más cómodo para perderse en una contemplación que no mira sino modelos de vestidos fuera de temporada, poesías releídas una y otra vez y tu carita perdiéndose en ese cuello al que le gusta refugiarte. Entonces una piensa en conversaciones pasadas, en sucesos a la luz amarillenta de la cocina, y se acuerda de ese arrebato de duda. Vergüenza debería darle por no poder responder como ahora, que se hunde en ese parloteo imaginario donde dice que sí, que más de una vez estuvo segura de que, de la mano, iban a llegar lejos, lejos, tan lejos como se hunden en el agua espesa las luces de la ciudad triste que aparece de a poco bajo la curva del puente y del otro lado del río. Y en eso llega a divagar sobre la idea de que no quiere apresurarse, pero que aún así le gustaría confirmar esa certeza de q