Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de septiembre, 2015

Cerrar los ojos

«El que se enamora, pierde» le dijo un día, medio jugando, medio en serio. Y ella le creyó y se lo tomó medio jugando, medio en serio. Por las dudas, no le daba la mano, excepto para cruzar la calle. Y mientras caminaban pasito tras pasito por el asfalto, apretaba los dedos entre los suyos como si esa mano la estuviera sacando del agua, le acariciaba el dorso con el pulgar haciendo circulitos, y cuando llegaban al cordón de enfrente, dejaba que resbalase de entre sus manos como un puñadito de arena caliente, como la soltó a ella su mamá el primer día del jardín, sin querer que se fuera nunca. Por las dudas, jamás le besaba la frente, excepto esa vez que se resfrió y levantó algo de fiebre. Para asegurarse, corroboraba con sus labios rozándolo apenitas noche de por medio, y alguna que otra vez cuando despertaba entrada la madrugada. Tampoco, además, se atrevía a dormir sobre su pecho, no vaya a ser que descubriera que latían los dos al mismo ritmo y luego no hubiera quién la amp