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Mostrando entradas de enero, 2014

del mar y de alguien más

Había ido a conocer el mar. Tanta tierra, tantos horizontes polvorientos, tantos mantos infinitos de césped seco, tanto olor a casa cerrada la tenían adormecida, enajenada, aburrida. Entonces se tragó las horas y los kilómetros interminables de cemento conforme iban pasando a su alrededor. El sol se ocultó y volvió a salir varias veces del otro lado de la pecera en que viajaba y a sus oídos llegaron cuentos y fábulas que no le sirvieron para dormir. Pasó días enteros viajando, volando, arrastrándose por sobre carreteras, esquivando luces, escondiéndose tras pantallas y anteojos de sol. Sin poder enumerar los días, iba contando las lunas. Y un mediodía, con el sol rajándole la cabeza y la brisa caliente colándose por los huequitos de su ropa, el viaje se detuvo y se puso a dar vueltas, a subir y bajar, a bailar, y ella  de repente se vio riendo de nuevo como una nena chiquita llena de magia. Después, y muy rápido, todo regresó a la normalidad, al cemento caliente bajo sus pie