Ir al contenido principal

Vamos a estar mejor


Estaba triste, tenía la cabeza vacía y los ojos llenos de lágrimas que de a poquito se iban llenando de telarañas. Los árboles de afuera le decían cosas que ya no quería escuchar, el río que corría un poco más allá la dejaba cada vez más lejos de ese calorcito entrañable.
Su cama era el desierto donde se perdían sus lamentos; los soles pasaban tardíos, agotadores, afiebrados. Las noches eran grados bajo cero, cuencas vacías, mitades agujereadas, sed, hambre, dedos quebrados, cordones desatados. Y así se iba desgastando poquito a poco.
Algún día habían bailado descalzos a la luz del queso gigante que veía en la luna. El rocío, el césped fresco, la tierra fértil entre los dedos. EL cabello al aire y los labios húmedos. Los ojos brillantes de sonrisas y las manos enredadas. El éxtasis de tenerse ahí, así. Y perdida en su fantasía quedaba colgando de la cama, envuelta en las cortinas de hojaldre, de cara al balcón roído, con la boquita abierta.
El resto de la casa era un mar de polvo húmedo, fantasmas tras las cerraduras, silencios encajonados y portarretratos en blanco. Las alfombras le sonreían, las puertas se abrían ante su mirar de caramelo derretido. El puchero de su boca había empezado a quebrarse y sus rodillas eran las almohadas sobre las que acostumbraba a derrumbarse al caer sobre sus hombros la noche, que le acariciaba la espalda huesuda bajo el satén que amarilleaba sollozo a sollozo.
La lumbre de su piel se paseaba en la oscuridad cuando la atacaba el insomnio. Y cuando el cansancio ganaba, se echaba de lado sobre las sábanas aun impecables, respiraba despacito, cerraba los ojos, se dejaba hundir en la almohada y corría a refugiarse en esa vez en que, perdida en sus brazos hirvientes, con la nariz pegada a su cuello, sentía el latir de su corazón, el escurrir de esas manos en el largo de sus cabellos, los besos con aroma a te quiero. Fuera de sus sentidos, apagada la voz de la razón, lo escuchaba susurrar "ya vamos a estar mejor".
Y ella esperaba.

Comentarios

Missy ha dicho que…
Conmovedor y vibrante de sentimientos, esto es la epítome de todo lo que adoro de este blog y de esta sensible muchachita :). Espero que estés mejor pronto, querida, porque de seguro lo estarás, más pronto o más tarde; siempre recordá eso :). Un besote! <3
Anónimo ha dicho que…
me encantó! bah, siempre me encanta lo que escribís!

Entradas populares de este blog

a Papá~

A veces me pregunto, hasta me duermo en la cuestión de qué dirías si me vieras ahora, así de grande como estoy. Qué tan orgulloso estarías de mí, de tu nena más grande, que es feliz entre mucha gente, que va a la universidad, que maduró muchísimo pero todavía guarda a flor de piel su niña interna. A veces quisiera tener la oportunidad de verte mirándome, de escucharte más allá de las grabaciones viejas y en cinta magnética que me dejan la piel de gallina, de sentirte tan calentito como en esos quintos sueños de los que una despierta con ganas de llorar. La imaginación no siempre alcanza, pensar que estás cerca nunca termina de llenar, pero, por lo demás, sé que estás ahí cada vez que llego sana y salva a casa, en todas las veces que agarro justito el colectivo, en todos los exámenes aprobados, y eso va más allá de las fotos que tapizan una puerta y de las veces que me duermo pensando en que yo tengo un ángel aparte. Lo pienso y lo ruego y lo voy a repetir siempre. Ha

Back

  Y ahí estaba ella, encorvada, arrastrando las rodillas, el cabello acariciando el piso, con todas sus pasiones recogidas y bien atadas.   Sobre su espalda inundada de lunares se sentaba una pequeña joroba que de vez en cuando le soltaba una patada o dos, que se balanceaba colgada de sus hombros puntiagudos, que se arrastraba y rasguñaba en su camino hacia la cima subiendo, haciendo alpinismo aferrándose a todas y cada una de las vértebras sobresalientes de esa columna empinada que dibujaba curvas y contracurvas de norte a sur.   No era grande, no era tan grande, no aún, mas le pesaba como si llevara encima en mundo entero, como si ella fuese la alfombra de todos esos elefantes que extrañaban sus colmillos de marfil, el cochecito de todos los niños perdidos que no sabían volar, la grúa de miles de cargamentos varados, y pesaba como todos los embarazos perdidos en ese universo, como las mochilas cargadas del primer día de clases, como un par de zapatos bien puestos a mitad d

Shakin' in waitin'

Me tiemblan las manos y no es el frío, sé que no es el frío. Se sacuden esas puntitas de hielo, allá, adentro mío, y me acuerdo del calor de tu carita pálida, de tus labios quebrados pidiendo un segundo beso, de tus ojos profundos como un cielo sin luna, perdidos como un viajero sin estrellas, solitarios como un juego de cartas para uno. Camino en la oscuridad de las teclas blancas que suenan en la negrura de mis pensamientos, me sacudo en la idea de tocarte con los callos de mis dedos hartos de grietas, y lloro en la lluvia que quisiera mojara los zapatos que no llevo. La soledad de las alfombras persas me persigue, el dolor de las cortinas me roza con la sutileza que yo no tengo, la esclavitud de mil abuelas me grita desde una cama apolillada en la que mi cabeza ya no descansa, y el piano sabe algo que yo no sé. Pero qué puedo hacer, si cuando te veo amagar con una palabra colgando de tu boquita ausente se me sacuden las rodillas. Desde antes de saber que te voy a ver, no puedo dej