El pan. Casero. Eran bollitos con aroma fresco a levadura. Las sierras, que allá arriba con el frío y el cielo encapotado tenían un dejo escocés. Las tazas de té, el té, las teteras. La maleza siempre verde y siempre viva, y las flores silvestres en el pelo. Los puñados de mármol chiquitito, blanco y a montones que pude haber traído, pero que iban a pesar demasiado. Los artesanos, las artesanías, las cosas hechas a mano y las manos que crean. Viajando , que sonaba perfecto en el auto sobre la ruta. La música en vivo, en la calle o junto a la mesa. La comida casera. Una lista de las cosas del verano que me hicieron acordar a vos.