Ir al contenido principal

Prefacio a los ojos vendados

   Se conocían desde siempre, la vida se encargó de que así fuera, pero no dejaban de separarse y de volver a juntarse.
   Muchos años de distancia se interpusieron en el medio la primera vez, y de una infancia feliz de correr tomados de la mano y caer juntos, pasaron a no reconocerse cuando volvieron a cruzarse en medio de confusiones, gritos, un escándalo al rededor y el mundo detenido sólo para ellos, y no pudieron atinar a nada más que a enamorarse perdidamente, a entregarse en cuerpo y alma. Se amaron esa primera vez como pioneros, se encontraron recorriéndose como a tierra nueva, se descubrieron reencarnando a Colón y sus carabelas.
   Pero de repente, sin que pudieran preverlo, sin precauciones tomadas, sus caminos se enfrentaron a un barranco que necesitaron saltar, la vida misma les dio un empujón y terminaron cayendo lejos uno del otro, echándose la culpa, odiándose, envenenándose mutuamente y sin quererlo realmente.
   Y cuando se encontraron de nuevo, fue una nueva primera vez. Ella era otra, era un disfraz, una farsa, una mentira que quería ser piadosa porque la necesitaba, porque debía esconderse, tener un escudo que la protegiera por si llegaba a caer. Él usaba una máscara, corría de un lado a otro, se escondía y mentía tras un seudónimo con tal de deshacerse del que había caído y casi había muerto.
   Y sin saber entre ellos quiénes eran, se enamoraron, se perdieron entre tanto disfraz, se entregaron con los ojos vendados, saltaron al vacío y se inventaron un mundo nuevo de lenguajes en silencio, de boca a boca, de sonrisas interminables, de manos incansables, de sangre hirviendo.
   Hasta que un día descubrieron quiénes eran en realidad.

Comentarios

Entradas populares de este blog

at home

I close my eyes tightly and wish she's ok. Maybe the wind will tell her that I'm thinking of her and that I want her to be happy. Tell her too that I'm writing about her. Because of her, of course.

Escuchaba

  Estaba ahí, inmóvil. Había pasado, como sin querer, arrastrándose del fulgor a las sombras mientras apagaba una a una las luces que encendían la casa para ella. Iba por los pasillos, los pies descalzos, fríos, el camisón casi transparente flotando al rededor de sus piernas pálidas, las páginas amarillas de su libro favorito apretadas con firmeza contra su pecho, la compañía perfecta para echarse a dormir sola. Hasta que los cuchicheos, las risitas ahogadas y los susurros en orejas ajenas llegaron hasta ella, hasta el centro de su cabecita soñadora adormilada, casi ausente, y no pudo evitar más que quedarse ahí, inmóvil. Las luces ciegas a su alrededor, la penumbra reptando por entre los deditos de sus pies, acariciándole las piernas, tironeando del camisón. Sus manitos temblando apenas, sudando, el libro que sujetaban resbalando de a poquito. Por un momento, como si supieran que estaba ahí, todo se volvió silencio aplastante, vacío inalcanzable, quietud, y ella mordió...

Chit-chat

Se te cruzó, pasó justo por adelante tuyo. Bueno, "adelante" porque siempre tenemos la pantalla del teléfono frente a la cara. Habías estado hablando con un puñado de personas a la vez. Banalidades, siempre las mismas preguntas, siempre las mismas respuestas, pero está bueno conocer gente de otros lados. Con él también hablabas banalidades, of course, pero pasaban a ser más divertidas, diferentes, interesantes, quién sabe. Tenían ese gustito a adrenalina que nadie puede resistir. Dejabas de hablar para dejarlo dormir porque hey, la diferencia de horarios. Y al otro dia te levantabas con la pregunta de si todavía estabas durmiendo. Un día decidieron que hablar, realmente hablar, no hablar escribiendo, podía llegar a resultar, entonces sí, dale. A ambos les retumbaba el corazón en la garganta y no entendían por qué, pero después de admitir lo raro y excitante que era hablar con alguien del otro lado del mundo, se les pasó. Y hablaron hasta que el sol se hundió de este l...