Ir al contenido principal

El cadáver exquisito

La sonrisa se le deformó, no escuchaba sus ruegos mudos, no la veía descostillarse, y yo me reí, me reí tanto.
Hoy soy mártir de mi desoída intuición mientras vago y lloro, perdido entre las calles que, tiempo atrás, besé como mías.
De tus labios quebrados pidiendo un segundo beso.
Y escucharte es el orgasmo de mil sirenas, el placer de una flota entera.
Y sus manos resecas, el desierto al que van a morir los sedientos.
Sobre mi cadáver, que de exquisito se derrite entre tus dedos.
Sobre la tierra seca se estrelló el silencio que le regaló al universo el sonido de sus manos acariciando su piel.
Y saborearla a besos es poco decir, poco querer.
La lumbre de su piel se paseaba en la oscuridad cuando la atacaba el insomnio.
Los pies descalzos, el cabello más largo, la mirada un poquito más triste, las lágrimas a flor de piel.
Lo besó como nunca; la pared a su espalda también lo besó, la valija le quemó y la soltó, y su boca ardió en un gemido.
El afuera era terror, ruido, agua hirviendo y piel latiendo.
Una nalga flotando, el cabello cayendo de su balcón en la torre, los pies al borde del abismo.
Odiaba ese río en el medio, odiaba las catorce canciones de distancia.




Y no por ser un cadáver significa que esté muerto. Son cinco años de darle vida a mis depresiones, a mis profundidades, a las palabras que me veo obligada a tragar, y de ayudarme a gritar más fuerte. Soy yo a través de los años, a través de mi historia, y no le pongo punto final porque no se termina acá.

Comentarios

Entradas populares de este blog

at home

I close my eyes tightly and wish she's ok. Maybe the wind will tell her that I'm thinking of her and that I want her to be happy. Tell her too that I'm writing about her. Because of her, of course.

Escuchaba

  Estaba ahí, inmóvil. Había pasado, como sin querer, arrastrándose del fulgor a las sombras mientras apagaba una a una las luces que encendían la casa para ella. Iba por los pasillos, los pies descalzos, fríos, el camisón casi transparente flotando al rededor de sus piernas pálidas, las páginas amarillas de su libro favorito apretadas con firmeza contra su pecho, la compañía perfecta para echarse a dormir sola. Hasta que los cuchicheos, las risitas ahogadas y los susurros en orejas ajenas llegaron hasta ella, hasta el centro de su cabecita soñadora adormilada, casi ausente, y no pudo evitar más que quedarse ahí, inmóvil. Las luces ciegas a su alrededor, la penumbra reptando por entre los deditos de sus pies, acariciándole las piernas, tironeando del camisón. Sus manitos temblando apenas, sudando, el libro que sujetaban resbalando de a poquito. Por un momento, como si supieran que estaba ahí, todo se volvió silencio aplastante, vacío inalcanzable, quietud, y ella mordió...

Chit-chat

Se te cruzó, pasó justo por adelante tuyo. Bueno, "adelante" porque siempre tenemos la pantalla del teléfono frente a la cara. Habías estado hablando con un puñado de personas a la vez. Banalidades, siempre las mismas preguntas, siempre las mismas respuestas, pero está bueno conocer gente de otros lados. Con él también hablabas banalidades, of course, pero pasaban a ser más divertidas, diferentes, interesantes, quién sabe. Tenían ese gustito a adrenalina que nadie puede resistir. Dejabas de hablar para dejarlo dormir porque hey, la diferencia de horarios. Y al otro dia te levantabas con la pregunta de si todavía estabas durmiendo. Un día decidieron que hablar, realmente hablar, no hablar escribiendo, podía llegar a resultar, entonces sí, dale. A ambos les retumbaba el corazón en la garganta y no entendían por qué, pero después de admitir lo raro y excitante que era hablar con alguien del otro lado del mundo, se les pasó. Y hablaron hasta que el sol se hundió de este l...